CAPÍTULO 2 - PETICIÓN
Durante un par de minutos y bastantes kilómetros, el único sonido que se escuchó en la furgoneta –aparte del propio del forzado motor– fueron los desgarradores sollozos que Wanda emitía en brazos de Mel. Eso y la pesada respiración de Jared, quien aferraba el volante con tanta fuerza que pronto sintió como se le agarrotaban las manos.
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